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ALIMENTACIÓN, COVID Y SISTEMA INMUNE

Seguir una dieta sana es una de las máximas para mantener la salud. 

La dieta mediterranea -propia de la cuenca mediterránea – es un patrón de oro de la alimentación y ha mostrado ya su poder protector frente a la enfermedad cardiovascular -infarto e ictus-, la diabetes, el cáncer de mama, el deterioro cognitivo, entre otras enfermedades crónicas. Ahora lo que parecía plausible se ha plasmado en forma de estudio científico: la dieta mediterránea reduce el riesgo de contagio del coronavirus hasta en un 64%. 

La dieta mediterránea beneficia al sistema inmune

Esta reducción hasta el 64% frente al riesgo de la Covid-19 se ha observado en personas que tienen una mayor adherencia a la dieta mediterránea, es decir, aquellos que más la siguen y la mantienen. “El sistema inmune es el que nos defiende de las enfermedades infecciosas y hay que conseguir que funcione correctamente. Una de las principales formas que tenemos de hacerlo cada uno de forma consciente y voluntaria es a través de la alimentación”, explica Rafael Pérez Araluce, investigador del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, y autor principal de este estudio que se publica en Clinical Nutrition.

Este estudio ha contado con la participación de 9.600 personas que forman la cohorte SUN, un estudio epidemiológico español en marcha desde 1999, y con más de 23.000 participantes, en el que se analiza el impacto que tienen los estilos de vida en la salud. Con esta muestra se analizaron los patrones dietéticos de los participantes y quienes habían tenido un diagnóstico de Covid o síntomas compatibles con la infección. 

Las razones por las que la dieta mediterránea podría tener este efecto protector, explica Pérez, se centran en un adecuado “aporte de micronutrientes -de vitaminas y minerales-, que favorecen el correcto funcionamiento del sistema inmune. Pero además la dieta mediterránea incluye grasas poliinsaturadas, más predominantes en los frutos secos y el pescado, favorece la disminución del índice glucémico -que disminuyan los picos de glucosa en sangre-, un menor aporte de colesterol y una dieta rica en polifenoles”.

¿Hay que ser fieles a la dieta mediterránea?

Para el estudio se ha utilizado el índice de Trichopoulou, que puntúa de cero a diez esa fidelidad a la dieta mediterránea. Y aunque aquellos que puntuaron más de siete tenían una reducción de infectarse del 64%, los que puntuaban entre cuatro y siete –adherencia moderada– reducían su riesgo un 50%. No hay que olvidar que la población estudiada no está exenta de tener otras enfermedades o hábitos poco saludables, lo importante del estudio es que seguir este tipo de alimentación marcaba la diferencia en cuanto a la infección del coronavirus.

Sin embargo, no se trata de empezar a seguir hoy el patrón de dieta mediterránea y esperar mejorar nuestro sistema inmune mañana mismo. Es una carrera de fondo. Así lo explica Silvia Carlos, también profesora del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra: “En cierto modo esa adherencia a la dieta mediterránea mejora nuestra respuesta inmune. Cuando hay una infección por el SARS-CoV-2 el problema mayor que causa -la enfermedad, la mortalidad asociada, los ingresos- son consecuencia de una respuesta hiperinmune, es la tormenta de citoquinas. No es tanto el virus en sí, sino la respuesta inmune”.

Saber que la dieta mediterránea puede actuar como un escudo protector contra el coronavirus son buenas noticias “Mucha gente piensa que sólo por vivir en un país mediterráneo como es España ya mantiene este tipo de dieta cuando no es cierto. Es muy importante saber qué comes”, dice Pérez. En ello coincide Carlos, quien aconseja adherirse a la dieta mediterránea no solo por la mejora de la inmunidad frente al coronavirus sino por todos sus beneficios. “Se trata de cambiar la mentalidad y de concienciar a la población de que estos hábitos son beneficiosos para la salud. Nuestro objetivo en Medicina Preventiva es prevenir enfermedades, sufrimiento y conseguir una mejor calidad de vida”.

Y es que la dieta mediterránea no es una dieta restrictiva, hay que comprender que se trata de un modelo de vida con una alimentación variada, sabrosa, fresca, de proximidad y de temporada, con amplios beneficios para la salud.

Medidas de protección

No obstante, para analizar las conclusiones de este trabajo de la Universidad de Navarra hubo que excluir a los sanitarios que formaban parte de la cohorte. “Estos, sobre todo en la primera ola, estuvieron mucho más expuestos al virus que el resto de la población al no contar con medidas de protección y ahí la dieta podría tener poco que ver”, añade Pérez.

De hecho los investigadores recuerdan que aunque la dieta mediterránea estimule al sistema inmune no hay que dejar de lado el resto de medidas preventivas contra el coronavirus, como son las máscarillas, la distancia social, el lavado de manos, la ventilación de espacios cerrados…

¿Qué es la dieta mediterránea?

La dieta mediterránea, inmersa en el patrón de dieta meditérranea que incluye: actividad física regular, vida social y un descanso adecuado, se caracteriza por el consumo de: 

  • Frutas frescas  -al menos tres piezas al día- y verduras -dos raciones diarias- una fresca y otra cocinada.

  • Aceite virgen extra como única grasa culinaria.

  • Agua como bebida prinicipal: 1-2 L/día.

  • Cero consumo de alcohol.
  • Cero consumo de azúcares refinados: azúcar de mesa, bollería, helados azucarados, lácteos con azúcar (actimel, petit suisse, yogures para beber, frutas batidas para beber, snak, zumos industriales, galletas, cereales de desayuno para niños, cremas para untar (de cacao o de queso).
  • Consumo moderado de carnes magras – de 4-5 raciones a la semana-.

  • Baja ingesta de carnes rojas (1 vez a la semana) y mínimo o nulo de carnes procesadas: ternera, embutidos, patés, comida rápida (pizzas, hamburguesas, salchichas, pastas y productos congelados como lasañas o nuggets).

  • Legumbres -tres o más raciones a la semana-: garbanzos, soja, lentejas, habichuelas, guisantes.

  • Tres o más raciones de 30 gramos de frutos secos naturales o tostados a la semana: nueces, anacardos, almendras, pistachos.

  • Cereales de grano entero e integrales – de 4-5 raciones/días-, donde incluimos: pastas, pan y arroz.

  • Consumo de pescado y mariscos frescos o en conserva – de 4-5 raciones a la semana-: salmón, rape, almejas, mejillones, sepia o calamar, merluza, bonito, sardinas, boquerón, lenguado, dorada, atún en conserva, filetes de caballa en conserva.

 

Esperamos que os haya gustado el artículo, a nosotros mucho, por eso lo hemos usado en este post, para destacar la importancia de llevar una alimentación saludable, tanto para prevenir patologías como a la hora de mejorarlas y combatirlas.

Juana María Matallana González

Dietista-Nutricionista

Nº Colegiada: MU00030

Nutriban

 

 

 

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